dimarts, 16 de novembre del 2010

La metamorfosis

Por Sergi Ordóñez González,
estudiante de Diseño curricular de la EF 

Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo,
se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.
(
F. Kafka: La metamorfosis)

A lo largo de nuestra vida, desde el mismo momento que nacemos hasta nuestra muerte, recibimos innumerables estímulos por todos los canales posibles, que construyen nuestra personalidad, “educándonos”. La suma de todos estos estímulos podría catalogarse como el “sistema”, por tanto el sistema determina cómo seremos. Y a pesar de las evidentes diferencias entre las personas (no hay dos exactamente iguales), las similitudes son mucho mayores y más profundas que las diferencias. Por ejemplo: es sorprendente cómo nuestro cerebro adquiere progresivamente la capacidad de desechar la información incómoda y retener la información más banal e innecesaria... ¿cuántas veces pensamos al día en la cantidad de gente que muere de desnutrición en el mundo, y cuántas en el antojo de cierta comida que tenemos? No sólo esto, ¿cómo cambió el mundo, cómo acaparó la atención de los medios el 11-S (2.973 muertos), y cómo cambia el mundo, o acapara titulares un día normal (27.400 muertos por desnutrición)?

Sin darnos cuenta, no sólo desechamos la información incómoda, sino que también clasificamos a los seres humanos por categorías en función de su procedencia. Prácticamente nos volvemos insensibles al sufrimiento ajeno, observando sin parpadear una matanza de los cárteles de la droga en México mientras comemos frente al televisor. En cambio, lloramos desconsoladamente cuando nuestro equipo favorito pierde una final, o cuando el cantante adolescente de moda no nos firma un autógrafo.

En la enseñanza pasa algo semejante. Al “sistema” actual no le interesan personas críticas, no le interesan personas con conocimientos globales, ni tampoco personas independientes capaces de cuestionar la justicia y la validez del mundo en que vivimos. La “solución” llega a través de un sistema educativo diseñado para sutil y paulatinamente fomentar aspectos como: la obediencia (haced esto y guardad silencio), la uniformidad de las distintas personalidades (a través de la masificación de las clases) o los límites de la independencia obligando a “aprender a trabajar en equipo”.

La típica clase en silencio, aún después de una pregunta del profesor, donde los alumnos saben la respuesta y no la dicen por miedo a destacar entre la masa, a ser diferentes, es el resultado esperado por el “sistema”. Estas personas serán incapaces de reaccionar cuando su jefe, su gobierno o el “sistema” se aproveche de ellos. Misión cumplida. Han sido correctamente “educados”.

Si los profesores nos limitamos a seguir el dictado de nuestros “superiores” y éstos, a su vez, siguen órdenes, según el modelo piramidal en el que nos encontramos, el resultado es que no se educa, sino que se “prepara” seres humanos aptos para perpetuar el sistema.

La verdad es que nos resignamos, viéndonos como un estímulo insignificante dentro de este sistema tan complejo y tan bien montado. Nos creemos impotentes y terminamos por acomodarnos, olvidamos que tenemos poder para cambiar las cosas y terminamos fundiéndonos con la masa, “enseñando” lo que el sistema quiere y no educando a nuestros alumnos. No es lo mismo enseñar (mostrar conocimientos para que sean reproducidos) que educar (enseñar a pensar y comportarse como ciudadanos, a producir conocimientos propios…). El llamarnos educadores muchas veces es una falacia, no nos lo merecemos.
La excusa de que nos limitamos a “seguir órdenes” con nuestra mejor intención, no es válida en absoluto. La culpa no es de quien inventó la pistola, sino de quien aprieta el gatillo.

Releyéndome me doy cuenta de la hipocresía de mis palabras (soy tan esclavo del sistema como el que más) y de la repetición obsesiva y antiestética del término “sistema”. No, no sé exactamente a qué me refiero. Al sistema capitalista… no exactamente, al sistema de valores de nuestra sociedad… demasiado abstracto. Mis críticas van dirigidas hacia… lo que sea que consigue este terrible efecto en nuestra sociedad. Mientras que la mantiene impasible y dócil en otros aspectos.

En relación con la caótica y pesimista reflexión realizada, voy a proponer dos películas digamos “interesantes”, que nos permitirán debatir algunos asuntos como son:

Los Edukadores (The edukators) (2005):
- ¿Es justo el mundo en el que vivimos?
- ¿Hasta qué punto es posible resistirse al sistema antes de ser absorbido?


La Ola (Die Welle) (2008):
- ¿Es posible cambiar las cosas?
- ¿Hasta qué punto tiene poder un profesor?
- ¿Qué es la libertad de cátedra y cómo está de vulnerada en nuestro sistema educativo?


Y como contraste a tanta proposición audiovisual, propongo el libro Ensayo sobre la lucidez, de José Saramago, y os planteo una última pregunta: ¿qué pasaría si, vista la pésima situación política actual, todo el mundo decidiera (de forma independiente) votar en blanco?

Seguramente nadie responda, y si alguien responde no convencerá a nadie que piense diferente. Pero si al menos debatimos, será un triunfo y habrá merecido la pena.

No se trata sólo de instruir, sino de educar. Y, desde dentro, repercutir en la sociedad.
Aprendizaje de la ciudadanía, eso es lo que creo sinceramente que falta.
Porque, queramos o no, la democracia está enferma, gravemente enferma,
y no es que yo lo diga, basta mirar el mundo...
(J. Saramago, Democracia y universidad).

6 comentaris:

Ànima ha dit...

No és per criticar, però jo crec que el menjar no és ningun antoix, de fet està tan demonitzat que és quasi tabú o un problema difícil de tractar. I tampoc no crec que el 11S canviara molt el món, no sé, potser els aeroports sí però l’ideari de la gent continua intacte, i la majoria no plorem fins i tot si hi ha algun equip que considerem “nostre”. Però a banda d’això, si el que vols dir és que ens hem immunitzat contra allò que considerem que no podem canviar o que, fins i tot, considerem un mal necessari per poder vivir com vivim, no puc estar més d’acord amb tu, la qual cosa tampoc no vol dir que em semble bé.

Pel que fa a quan parles del sistema, espere que el “sistema” no siga una confabulació amb premeditació i traïdoria (com es diu als judicis), seria mala llet, com diu Pere, però si la ensenyança sóc jo, si som nosaltres, sí que m’interessen les persones independents capaces de qüestionar la justícia i la “validesa” del món en el que vivim, de fet són quasi les úniques que em resulten interessants, fins i tot si no són molt guapos (es broma). I això de treballar en equip no és dependència, és socialització, quasi ningú és capaç de fer absolutament totes les coses que necessita sol, com a espècie és la forma que tenim de prosperar.

Per altra banda, tot i que seguisc mantenint que els professors tenen, i jo tindré, un poder relatiu, un poder subeditat a les circumstàncies i la sort quasi tant com a la nostra voluntat i encert. Concerte amb tu que ens hem de fer completament responsables d’allò que intentem i què el sistema educatiu actual resulta més bé perpetuador de les societats en les quals s’insereix i no, en qualsevol cas, ni un revulsiu ni, menys encara, un capdavanter de res.

sergi ha dit...

Pel que fà al menjar, aquest video reflecteix prou bé alló que vuic dir http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=WVN_P-24gnU#!

Pel que fa al sistema, després de lo de wikileaks, cada vegada tinc més clar que hi ha un grup de masons que controlen el món, i els professors som una de les seues ferramentes.

Vaig a fer una teoría de la conspiració que els de El Mundo se van a cagar!

Anònim ha dit...

En primer lugar, felicitar a Sergi por el post. Me ha supuesto un placer leerlo, por su visión, las aportaciones audiovisuales, y las cuestiones planteadas.

Me ceñiré solo a algunos aspectos mencionados, concretamente a dos:

En primer lugar haré referencia a lo dicho en relación con la apatía en cuanto a la desgracia ajena y en concreto a la sufrida por ciudadanos de diferentes procedencias. Es cierto que las verdaderas desgracias parece que nunca ocurran aquí, en nuestro país. Las visualizamos a través de la televisión, a través de una pantalla cuyo contenido observamos de forma pasiva, y cuya realidad mostrada parece surgida de ella misma. Sin embargo, habiendo habitado un país en el que la miseria se evidencia en cada esquina, he podido observar como aquellas personas que “gozan” de cierto prestigio, mantienen la “vista gorda” frente a la desigualdad y añoran todo aquello que el “sistema” les vende como absolutamente necesario e imprescindible para poder sobrevivir. ¿Es tanto el poder que el sistema tiene, que incluso nos hace invidentes frente a imágenes totalmente despiadadas como por ejemplo la de niños de escasos años de edad totalmente desnutridos, pidiendo limosna e incluso oliendo pegamento para olvidar la sensación de hambre? Sí, tiene todo ese poder. Nos hace “insensibles al sufrimiento ajeno”, aun cuando lo vemos con nuestros propios ojos, lo sentimos en nuestra propia cultura. Nos esforzamos diariamente (hablo en primera persona porque podría estar refiriéndome a nosotros, habitantes de un país “desarrollado”, sin embargo continuo refiriéndome a los ciudadanos del mencionado país de abundante pobreza) para poder sobrevivir en una sociedad caracterizada por la lucha constante de sus individuos por lograr una clase social a la cual jamás tendrán acceso. Pero, ¡no pasa nada!, el “sistema” nos da la solución: siempre nos quedarán los partidazos de fútbol retransmitidos en la televisión (porque eso sí… comida puede faltar, pero un televisor, ¡JAMÁS!)… O quizás mi hijo llegue algún día a ser el Ronaldinho de turno… Así que... ¡problema solucionado! (permitidme el tono sarcástico).

En segundo lugar comentaré una de las cuestiones planteadas:
“¿Hasta qué punto es posible resistirse al sistema antes de ser absorbido?”. A Pere le doy gracias “por tirarme de la oreja” y abrirme de nuevo los ojos ante algo por lo que, por comodidad, había dejado de prestarle atención. Es muy difícil andar en contra de la corriente, y mucho más fácil ir a favor de ella, porque no necesitas ni siquiera andar, simplemente dejarte llevar. Llegué a la conclusión, en su momento, de que son características propias del ser humano el comportamiento egoísta, la lucha por el poder… Incluso las sociedades más primitivas, como ciertas tribus de la selva del Amazonas, se dedicaban a destruir comunidades, a matar a los enemigos, con determinados fines, que aunque nada tienen que ver con aspectos materiales, el objetivo sí era, del mismo modo, la adquisición de poder mediante la obtención, a través del canibalismo, de ciertos valores característicos del enemigo (coraje, sabiduría…). El comportamiento del león es otro ejemplo en el cual podría basar mis argumentos, justificándolos con lo evidente de la naturaleza animal: conquista territorios (del mismo modo que el hombre), mata a los machos y a las crías, las hembras se muestran receptivas, y de este modo, crean un nuevo “imperio” convirtiéndose en los dueños del mismo. La eterna guerra del ser humano… Pero hoy, percibo que las mencionadas características (egoísmo, lucha por el poder…) no deben ser generalizables (somos seres teóricamente evolucionados), y sí otras como la pereza, o la comodidad. Muchos somos conscientes de las injusticias, pero nos da pereza combatirlas. Y aunque hoy, prefiero mantenerme activa, mi padre me repite constantemente que es “cosa de la edad” y que un día me relajaré anteponiendo el bienestar propio y familiar (“un día, ante tu asombro, en las elecciones, botas a los conservadores")

Julio Espí ha dit...

Inicialmente y ante todo, quería felicitar a Sergi por el comentario expuesto en el foro, ha sido un placer leerlo detenidamente, adentrándome en el tema, lo cual me ha hecho fabricarme un debate mental entre el texto y mis ideas anteriores.
A destacar el tráiler de la película la ola, la cual no conocía y me he quedado con ganas de ver a fondo.
Me ha llamado la atención la idea de que el cerebro desecha las cosas desagradables que pasan en la vida, la cual he deducido que es cierta, y a su vez me ha impactado el dato siguiente: 11-S 2.973 muertos, y 27.400 muertos por desnutrición.
Y por último destacar dos comentarios que he destacado dentro del texto completo y que a su vez considero que resumen la idea principal de este:
“Al “sistema” actual no le interesan personas críticas, no le interesan personas con conocimientos globales, ni tampoco personas independientes capaces de cuestionar la justicia y la validez del mundo en que vivimos”.
La típica clase en silencio, aún después de una pregunta del profesor, donde los alumnos saben la respuesta y no la dicen por miedo a destacar entre la masa, a ser diferentes, es el resultado esperado por el “sistema”.

Gabi Baca ha dit...

Enhorabuena Sergi por el artículo. Creo que este artículo ha abierto los ojos de quienes lo han leído. Porque no nos damos cuenta de las cosas hasta que llega una persona y nos la dice de manera clara, como ha hecho Sergi.
Estamos siendo educados de manera que nos da miedo hablar delante de la clase (en este caso) por miedo a que se rían de nosotros o, simplemente, por decir algo con lo que la gente no esté de acuerdo. Como muchas veces ha comentado Pere en clase, eso de tener 150 alumnos en cada clase es una auténtica ruina. La gente que no está acostumbrada a hablar en público o simplemente le da vergüenza, nunca va a preguntar dudas o no va a dar su opinión acerca de ningún tema que se trate en clase. Esto con respecto a la masificación que se habla en el artículo.
Me ha llamado mucho la atención esto:
"Nos creemos impotentes y terminamos por acomodarnos, olvidamos que tenemos poder para cambiar las cosas y terminamos fundiéndonos con la masa, “enseñando” lo que el sistema quiere y no educando a nuestros alumnos. No es lo mismo enseñar (mostrar conocimientos para que sean reproducidos) que educar (enseñar a pensar y comportarse como ciudadanos, a producir conocimientos propios…). El llamarnos educadores muchas veces es una falacia, no nos lo merecemos."
Es lo que comentaba antes, al final, acabamos por acomodarnos y no hacemos nada al respecto, yo el primero. Y de esta manera dejamos que se consiga el objetivo de no crear seres que piensen por ellos mismos y que se dejan llevar.
Otra de las cosas que me ha sorprendido es el dato de las muertes producidas por el atentado de las Torres Gemelas y el dato de las muertes por Desnutrición. Después, en la televisión, a la hora de enumerar los grandes acontecimientos que han ocurrido en los últimos 20 años, entre los 3 primeros se encuentra el atentado de las Torres Gemelas y en ninguno de los 100 primeros lugares está la gente que muere por desnutrición u otras enfermedades en otros países mas desfavorecidos.
Y con respecto a los materiales audiovisuales que Sergi ha empleado en el artículo, me ha gustado y me ha dejado con ganas de ver la película de La Ola. Me parece increíble como una persona puede lavar las mentes de un colectivo de esa manera.

sergi ha dit...

Me alegro que lo que he escrito os haga sentir mal, es un comienzo.

Ya puestos a conspirar, me llamó la atención un documental que ví anoche de madrugada (sabado post-partido, intoxicado de adrenalina), en la 33 sobre sociedades secretas.

El que tenga interés, que investigue sobre Skull and bones. Resulta cuanto menos, curioso.